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EN LIBERTAD EL 31 DE OCTUBRE 2013

En México nadie escapa a las injusticias, advierte el hijo de Alberto Patishtán

La Jornada de Michoacan / Carlos F. Márquez


“El Estado nos debe mucho. A mí me debe que he crecido sin un padre, que gracias a que encarcelaron a mi papá mi hermana y yo nos encontramos huérfanos de padre y madre. Nos deben muchas cosas, y desgraciadamente no nos las podrán pagar todas, pero sí reclamamos lo que es la justicia”, así cimbra la voz de Héctor a 13 años de que el indígena tzotzil Alberto Patishtán fuera recluido y sentenciado a 60 años de prisión.

Acusado de participar en una emboscada en la que murieron siete policías, el profesor fue ingresado al penal de Cerro Hueco, en Chiapas, cuando su hijo Héctor Patishtán tenía sólo 4 años. “Desde que tengo memoria veía a mi papá en la cárcel y hasta la fecha, a mis 16 años, lo sigo viendo en la cárcel. No he pensado después de la libertad qué pasará, creo que es tiempo de empezar a pensarlo. Me daría mucha alegría, pero a la vez… ¡no sé!”, compartió  en entrevista con La Jornada Michoacán.

La infancia de Héctor transcurrió entre los pasillos y celdas de distintos penales en Chiapas. Los días de visita lo llevaron hasta Sinaloa donde su padre fue desterrado porque resultaba incómodo para el secretario general del gobierno chiapaneco, Noé Castañón León. Alberto Patishtán organizó a los presos en cualquier cárcel que pisara para que instalaran plantones y realizaran huelgas de hambre en demanda de su libertad.
Los recuerdos de niñez del joven Patishtán están arraigados en las marchas y gritos del pueblo de El Bosque que exigía libertad a los presos políticos, aunque ahora reconoce que “no sabía lo que estaba pasando, por lo que estaban luchando. Yo desde chavito tengo mi vida, consideraba que tenía mi vida, pero hace como tres años  me hice parte de la campaña” para exigir justicia en el caso de su padre.

“Desde los 13 años, más o menos, sabía lo que significaba mi papá en las luchas sociales y hoy en día tengo más claro lo que significa Alberto Patishtán: es una representación muy clara de la injusticia que está viviendo el país”, afirma Héctor que con dejo desconsolado lamenta la indiferencia de los jóvenes de su edad ante los problemas en el país.
La lucha de los indígenas tzotziles de El Bosque por lograr la libertad del profesor Alberto Patishtán se ha vuelto emblemática de todos los pueblos indígenas a los que también les han arrebatado su cuota de presos políticos, aunque también hay quienes permanecen encarcelados por el simple hecho de que no tuvieron para pagar un abogado o por no hablar español.

La indignación se ha expandido y Patishtán se ha vuelto un emblema de la lucha social ante la opresión del Estado. “Gracias a Dios mucha gente viene al lado, adelante y atrás de nosotros; no sólo somos mi hermana Gaby y yo, o el pueblo de El Bosque, sino que hay mucha gente en Italia, Francia, el País Vasco, España, Brasil y muchos otros países que nos apoyan. Hay mucha gente que ve por nosotros y nosotros vemos por ellos”, dijo Héctor.

“Sé lo que significa ser el hijo de Patishtán y es un peso muy grande para un joven como yo”, se sinceró Héctor que ha encontrado complicidades en otros descendientes de presos políticos a los que “nos ha tocado bailar con la más fea”, como la hija de Álvaro Sebastián que es su confidente y compañera de lucha.
Fraguado en la resistencia social, Héctor Patishtán sabe que en la demanda de justicia social no hay un solo camino, por eso precisa: “el activismo ya no lo hago como hijo de Alberto, sino como un joven, como un ciudadano de México que ve las injusticias del país. Yo no sólo estoy por la campaña de mi papá, me he solidarizado con varias causas como la del compañero Teodulfo que está desaparecido y como la de Kuy Kendall que sufrió la represión del 1 de diciembre”.

En fechas próximas el expediente de Alberto Pathistán será reabierto en el Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por lo que sus familiares y amigos iniciaron el pasado 10 de junio una campaña para difundir el caso y sumar apoyo de diversos colectivos; sin embargo, líderes sociales como Martín Ramírez Gómez han recibido llamadas telefónicas en las que amenazan que “si no dejan de hacer lo que están haciendo, tarde o temprano lo van a lamentar”.

Héctor Patishtán sabe los riesgos que corre al luchar por la libertad de su padre, pero asegura que “es tanta la denigración de la justicia en el país que el peligro ya no es para los activistas o luchadores sociales, pueden agarrar a cualquier ciudadano que ande paseándose en las ciudades o en los pueblos”. Sin embargo, defender la causa es también una cuestión de dignidad y de congruencia con los orígenes, por ello subraya que “el lema que siempre cargamos los tzotziles es que preferimos morir a seguir viviendo sin decir la verdad y no seguir el camino de la justicia”.

Son muchos, y cada vez más, los convencidos de que Alberto Patishtán fue encarcelado por una revancha política, toda vez que estuvo a punto de lograr, junto con el pueblo de El Bosque, que separaran del cargo al alcalde Manuel Gómez Ruiz sobre el que pesaban acusaciones de nepotismo, acoso sexual y malversación de recursos públicos. Fue precisamente el hijo del edil, Rosemberg Gómez Pérez, quien declaró que el profesor estaba en el lugar de la emboscada y a su declaración se le dio el peso de una sentencia de 60 años de prisión.

En Héctor Patishtán sorprende la madurez que ha alcanzado a sus escasos 16 años, pues no sólo ve con lucidez la vida que le tocó en suerte y el curso de los hechos en su entorno social, sino que ha logrado superar lo sentimientos de odio y rencor hacia quienes lo separaron de su padre.

“El presidente municipal de ese entonces vive frente a mi casa, quieras o no convives. Yo he tratado de reconciliarnos, porque lo que nosotros pedimos no es venganza, es justicia. Con el tiempo, el sentimiento de odio se va transformando en sentimiento de amor y eso es lo que hace fuerte a mi papá: el amor que tiene por los demás. Con la fe que tiene en Dios y amor a los otros hemos logrado transformar ese odio en fuerza para seguir luchando”, aseveró el joven Patishtán sin resabios de duda.

Héctor conversó con La Jornada Michoacán durante su visita al estado para presentar en Morelia y Cherán el documental Alberto Patishtán. Vivir o morir por la verdad y la justicia que forma parte de una campaña nacional de apoyo al profesor, de la cual se derivó el Acto de las 60 Voces –en alusión a los 60 años de sentencia–  que reunió frente al Consejo de la Judicatura Federal a diversos colectivos y organizaciones sociales.

Hoy saldrá de la ciudad de México una caravana con rumbo a Chiapas, donde se realizará un día después una movilización masiva frente al Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito en Tuxtla Gutiérrez, instancia que tiene en sus manos la libertad de Alberto Patishtán.

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